El papel de la inteligencia emocional y la creatividad en la educación
- Carolina Colmenares Pazos
- 17 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 jul 2020
La inteligencia emocional comprende una gran cantidad de habilidades que permiten a las personas desenvolverse con armonía en la vida. Son habilidades que permiten a los individuos conocerse a sí mismos, comprender a los demás, auto-motivarse, tener un buen auto-concepto, tener empatía, relacionarse bien con otros, solucionar conflictos asertivamente, etc. Lo anterior es fundamental para una vida de autoconocimiento, de buen relacionamiento y autocontrol.
Ahora bien, así como se desarrolla la inteligencia racional en los niños constantemente, la inteligencia emocional debería ser un tópico transversal en toda la educación, pues la educación emocional permitiría a los niños una mayor consciencia de sus emociones, facilitando la autorregulación y la solución de conflictos de manera asertiva entre ellos.
De igual manera, este aspecto es fundamental para los docentes. Ser profesor es un trabajo que cuenta con diversas exigencias que muchas veces son poco reconocidas. Dentro de estas exigencias está la responsabilidad que tiene el profesorado frente a la institución educativa en la que está, el aprendizaje de los alumnos y los padres de familia. Cada promoción de alumnos que ingresa a una institución educativa hace que “el profesorado se encuentre ante exigencias cada vez mayores y conflictivas, ya que ha de ser transmisor y a la vez crítico de la cultura ante las nuevas generaciones.” (Matud y García, 2002, p.453) Varias investigaciones afirman que el profesorado está predispuesto a desarrollar estrés laboral, el cual es ocasionado cuando hay demandas de trabajo que exceden los recursos que tiene el docente para lidiar con todas las exigencias. Por esta razón, el desarrollo de la inteligencia emocional puede ser una herramienta útil y necesaria, para disminuir el estrés laboral de los profesores y fomentar un espacio ameno en las aulas de clase.
Ramia (2014) en su artículo sobre regulación emocional, la relación estudiante-profesor y el aprendizaje, menciona que el clima en el aula influye en el aprendizaje, haciendo que la regulación emocional sea uno de los factores relacionado al éxito académico. Una de las razones que se atribuye para esto es que:
“Los maestros tienen el poder de cambiar las representaciones de relaciones con las que vienen los estudiantes. Si un estudiante desarrolló un vínculo inseguro con sus padres, puede reorganizar este patrón en sus relaciones, si tiene la experiencia de un vínculo seguro con un maestro.” (Ramia, 2014, p.1)
Por lo tanto, esta experiencia de tener buenas relaciones con los estudiantes no solo influirá en su desarrollo emocional, si no que mejorará su rendimiento académico. Hay investigaciones que demuestran que una relación positiva (caracterizada por calidez y cercanía) entre estudiantes y profesores reduce el comportamiento agresivo posterior de los niños en el aula (Hughes, Cavell & Jackson, 1999), lo cual se ha visto que también reduce el estrés experimentado por los profesores. Por otro lado, para construir una relación positiva entre profesor y estudiante, se requiere que “tanto el profesor como el estudiante utilicen componentes de su competencia social, tales como habilidades sociales (buen contacto visual, saber cuándo hay que iniciar y detener una conversación, etc.), así como la capacidad de inhibir conductas negativas (como la agresión) y regular sus emociones.” (Ramia, 2014, p.2) Por lo tanto, un entrenamiento en la regulación emocional garantizará un clima positivo en las aulas, lo cual mejorará el aprendizaje de los estudiantes y disminuirá el estrés en los docentes.
Sumado a esto, un clima positivo en el aula es fundamental para fomentar y propiciar la creatividad en los estudiantes. Cuando se mide a los niños por medio del CI, se limita su capacidad de imaginar, crear y de pensamiento crítico. Cuando los profesores se sienten cómodos en el aula de clase y generan un buen clima emocional, habrá mayor facilidad para fomentar los espacios de creatividad en los estudiantes. Asimismo los profesores estarán más capacitados para responder asertivamente ante los pensamientos críticos y analíticos. Finalmente es fundamental que los docentes también se den el espacio de permitirse ser creativos, de buscar nuevas maneras de enseñar y transmitir conocimiento.
Bibliografía:
Hughes, J. N., Cavell, T. A., & Jackson, T. (1999). Influence of teacher-student relationship on childhood aggression: A prospective study. Journal of Clinical Child Psychology, 28, 173-184.
Atud, M., García, M. and Atud, M. (2002). Estrés laboral y salud en el profesorado: un análisis diferencial en función del género y del tipo de enseñanza. [online] Tenerife. Available at: http://aepc.es/ijchp/articulos_pdf/ijchp-50.pdf [Accessed 5 Apr. 2019].

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