Una travesía hacia el interior
- Carolina Colmenares Pazos
- 16 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 jul 2020
Por Carolina Colmenares Pazos
Psicóloga, Psicoterapeuta Gestalt, Astróloga humanista

La felicidad está en algún lugar. Eso nos han dicho siempre.
Por muchos años la busqué en el lugar equivocado, perdiéndome una y mil veces en el intento. En varias y repetidas ocasiones me hicieron promesas falsas: “si haces esto, entonces serás feliz, si compras esto, entonces serás feliz, si adelgazas, si cambias tu manera de vestir, de ser y de existir, entonces serás feliz.” Muchas veces intenté cambiar, escapar de mi misma y de todo, pero con esto solo obtenía más infelicidad. En vez de acercarme a aquello que tanto anhelaba, me alejaba cada vez más de mi propósito y de mi soñada felicidad. Como seres humanos, tenemos el impulso innato de buscar el bienestar, de alejarnos del sufrimiento y encontrar el equilibrio. El problema es que la sociedad ha sobrevalorado en enorme medida la felicidad y le han otorgado características que ni siquiera posee. Lo que nunca nos han explicado, es la verdadera naturaleza de la felicidad y sobretodo, dónde podemos encontrarla.
Debemos reconocer que vivimos en un mundo impermanente, en donde todo lo que vemos, tocamos, sentimos y experimentamos, tiene naturaleza cambiante. Por un momento mira a tu alrededor; todo lo que vez está destinado a transformarse, ya sea en pocos o muchos años. Mira tu propio cuerpo; este envejece y se deteriora, incluso cambiamos de células constantemente y no nos percatamos. Incluso el planeta tierra, este ha cambiado constantemente con el paso de los siglos. En conclusión, el mundo en el que vivimos es de naturaleza cambiante y no hay nada en este mundo que podamos dar por sentado. Por eso mismo, no podemos pretender que la felicidad se encuentre, intacta e infinita, dentro de la impermanencia.
Esta es una situación que a todos nos ha pasado. Suponemos que la felicidad está en un viaje, este se acaba y volvemos a buscarla. Suponemos que está en una relación, esta se acaba o cambia con el tiempo y luego volvemos a buscarla. Suponemos que está en nuestro nuevo apartamento, en nuestro nuevo carro, nuestro nuevo outfit, pero luego se nos pasa y volvemos a buscarla. La felicidad nunca va a estar por fuera de nosotros mismos, incluso, ya está en nosotros, solo que no la hemos reconocido aún.
¿Qué, qué, qué?, ¿cómo va a estar adentro nuestro si no la vemos ni la sentimos? Otro gran problema que nos permite entender esto, es que subestimamos el poder que tienen nuestros pensamientos y nuestras emociones. La mente, es como un gran lago. Si el lago está agitado, hay marea, y está lleno de ramas y cosas que impidan su quietud, la calma no será algo que esté a la vista. Lo mismo pasa con las emociones, si nos controlar por ellas, influenciando no solo nuestros pensamientos si no la manera en que nos vemos a nosotros mismos, la alegría estará lejos del panorama. Entonces les pregunto, ¿si tu mente está agitada y tus emociones te invaden, dime cómo es posible sentir la calma y la paz que verdaderamente somos?
Como podrán ver, este tema es toda una deconstrucción de nuestras creencias y suposiciones respecto a la manera en que las cosas deben ser. Hemos dado por ciertas muchas cosas que no son y que no nos llevan a nuestro mejor estado de bienestar emocional. Por eso más que brindar una solución a la sensación de carencia y búsqueda permanente, es importante plantearnos una reflexión personal. ¿Qué estamos haciendo día a día, pensando que nos traerá felicidad, lo cual resulta siendo pasajero e insuficiente? Debemos enfocarnos en tomar decisiones que nos traigan una verdadera sensación de bienestar a largo plazo, como adoptar hábitos saludables para el cuerpo y la mente, relacionarnos con personas que nos hagan bien, pero sobretodo, una relación de amor propio con nosotros mismos.
Terminaré con decir que el amor propio es la semilla que nos permite cultivar la vida que queremos. No desde los estereotipos falsos y desde la creencia que la felicidad está en lo que adquirimos materialmente en la vida, si no desde la concepción de que la felicidad ya está adentro de nosotros mismos. Solamente debemos reconocer que ya está ahí. Si trabajamos en armonizar nuestra mente por medio de la meditación y otras actividades que nos permitan armonizar la mente, podremos mejorar la regulación de nuestras emociones para tener una relación sana con ellas. El tener una mejor relación con nuestros pensamientos y emociones, nos permite con mayor facilidad mirar hacia adentro para reconocer desplegar la paz y la plenitud que ya son parte de nosotros mismos. Esto no significa que los momentos difíciles dejen de existir o que solamente manifestemos emociones positivas, significa que a pesar de la adversidad, siempre tendremos la certeza de aquel lugar al que debemos volver. Solo basta con cerrar los ojos y respirar.
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